Dibrani, una joven de 15 años, se dirigía con sus
compañeros de clase y sus profesores el pasado día 9 de octubre a visitar la
ciudad de Sochaux, cerca de la frontera suiza, cuando fue detenida
para,posteriormente, ser deportada a Kosovo junto a su familia. Este fue
el hecho que ha provocado la repulsa de gran parte de la sociedad francesa,
dando lugar a varias movilizaciones con miles de manifestantes. El ministro del
interior francés, Manuel Valls, tenía una dura respuesta para ello:"la
única línea posible es el cumplimiento firme del derecho". Ante el
sentimiento de indignación de los manifestantes, respondió que "la emoción
no puede ser la brújula que guíe una política".
Con casos como éste, pareciera
que es necesario que un suceso nos toque la fibra sensible para que
reflexionemos y seamos conscientes de realidades sociales, políticas y
económicas. Y es que la migración es un fenómeno indisoluble de la división del
mundo en fronteras, el levantamiento de muros entre países, y la división
internacional del trabajo. Las mismas personas que en pleno auge de la burbuja
económica española promovían el odio al inmigrante que llegaba en busca de un
futuro mejor pueden ser las mismas que tuvieron un abuelo que se marchó
desesperado en la posguerra durante la etapa franquista, o que alguien de su
generación, quizás algún hermano investigador, esté ahora mismo viajando a
algún lugar en el que se invierta más dinero en I+D+i. Estas conductas
racistas, en mi opinión, deberían cesar dentro de cualquier movimiento que
aspire a emancipar en cualquier aspecto a la mayoría social, ya que divide y no
une. Es por eso que quiero dejar recogido en este texto una de las consignas
que se gritan en las manifestaciones, que une y no divide: "¡Nativa o
extranjera, la misma clase obrera!. Pues el proceso de cambio social es difícil
y no podemos dividirnos, ni buscar enemigos en razas, colores de piel, o sexos
distintos. Por ello quiero mandar todo mi apoyo a los compañeros y compañeras
de clase de Dibrani, que vieron cómo detenían a su compañera y amiga para
expulsarla lejos de su casa y, indignados, salieron junto con miles de jóvenes
a protestar a las calles.