miércoles, 29 de enero de 2014

TRABAJO SOBRE CHINA EXPUESTO EN CLASE

China es un caso complejo. De ser un país basado en el sistema socialista, con un
partido comunista en el gobierno, a ser una de las principales economías convirtiéndose en
un polo imperialista en constante desarrollo, capaz de rivalizar con la potencia hegemónica.
La toma del poder por parte de la burguesía quedó definitivamente sancionada por
la adopción por parte del Partido de la teoría de la triple representatividad de Jiang Zemin,
según la cual el Partido, además de obreros/campesinos e intelectuales, debía integrar en
su seno a empresarios privados. La contradicción que suponía para el partido tener que representar
intereses tan contrapuestos se liquidó con la victoria absoluta de los sectores burgueses, que a día de hoy mantienen el control de una China que adopta rasgos de potencia
imperialista. Asimismo, este aumento de las relaciones capitalistas de producción junto con
los cambios en la base económica se trasladarán en un breve periodo a las relaciones superestructurales.
La economía china se base en las exportaciones, que cubren el 80% de los ingresos
de divisas del Estado. China exporta 50.000 productos diferentes a 182 países, mientras
con 80 de estos ha firmado acuerdos comerciales y protocolos de cooperación. Los socios
comerciales principales de China son los grandes países capitalistas (Japón, EE.UU, países
de la UE) que representan el 55% de las transacciones de su comercio exterior.
Este desarrollo económico no ha sido en bases socialistas, lo cual se demuestra,
entre otros datos, en que China ocupó la segunda posición a nivel mundial en número de
multimillonarios (130 personas) cuya propiedad se incrementó un 222% en un año. Además,
el 8,5% de los 500 mayores monopolios del mundo son chinos (43 empresas). También hay
que destacar el número de empresas privadas en China que se incrementó en los últimos
años hasta el 81% del total, alcanzando las 3.596 millones de empresas, mientras que
las ganancias de las 500 empresas privadas más grandes se incrementaron en 2009 un
23,27%. Todo esto amparado bajo la consigna que el Partido Comunista Chino asumió hace
décadas de ‘Enriquecerse es glorioso’ que tuvo también como efecto la entrada de multinacionales
extranjeras que con el permiso del gobierno chino explotan a su pueblo.
Asimismo, este desarrollo ha implicado un gran atraso en el sector agrícola, donde
muchos campesinos están mal atendidos sanitaria y educacionalmente, lo que provoca el
éxodo de campesinos a las ciudades. Las grandes urbes son ya incapaces de absorber esta
nueva mano de obra, ante lo cual el gobierno de China ha aprobado medidas restrictivas
que limitan el acceso a los servicios sociales como la sanidad y las pensiones, por lo que
se ven obligados a emigrar y/o aceptar trabajos informales donde las condiciones laborales
son infrahumanas.
Cabe destacar la intención de China de controlar la mayor cantidad posible de recursos
naturales que cada vez más pasan bajo el control de las empresas chinas. Este esfuerzo
se centra en Asia Central y en África, continente donde ya ha entrado en contradicción
con los intereses de la UE y EEUU. Asimismo, China forma parte de un eje de alianza con
Rusia y con Irán por los acuerdos energéticos que tienen entre ellos basados en el gas y el
petróleo.
En el marco de su desarrollo como potencia imperialista, China también ha desarrollado
su potencial armamentístico, ocupando el segundo lugar mundial en gasto de defensa.
Además ha incrementado su participación en alianzas y organizaciones capitalistas como el
Foro de Cooperación Asia-Pacífico, la Organización de Cooperación de Shanghái, el G8 y el
G20. Por ultimo hay que destacar que China ha ido afianzando sus lazos con la Internacional
Socialista, con la que ha organizado diferentes encuentros y seminarios sobre economía
y desarrollo.
En base a estos análisis y a otros elementos prácticos, como el papel contrarrevolucionario
jugado en Angola o el apoyo a los planes militaristas de EEUU en el consejo de
seguridad en el marco de la ‘guerra contra el terror’, China no es ni puede ser un contrapeso
ni una opción frente al polo imperialista hegemónico. A pesar de que las riendas del Estado
estén en manos de un partido comunista, la experiencia histórica nos demuestra que si
la dirección política del Estado, sea cual sea la bandera que adopte, asume un desarrollo
productivo capitalista, siempre aparecerán las contradicciones inherentes a este, la explotación,
pobreza, la competición interimperialista, etc.

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